viernes, 23 de octubre de 2009

La caricatura política.





Después de adquirir su independencia, México se había configurado primero como un imperio bajo el mando de Agustín de Iturbide, quien al abandonar el poder en 1823, dio paso a una república. Como resultado de esto se vivió una disputa ideológica por obtener el dominio político, que trajo consigo inestabilidad y desequilibrio en lo económico, político y social. Pese a lo anterior, México se encontraba abierto a toda clase de conocimientos que lo impulsaran y lo dieran a conocer al mundo entero.
Para la segunda mitad del siglo XIX, comenzaron a llegar estas nuevas ideas y técnicas que nutrieron los aspectos ideológicos, políticos y culturales. De esta forma la ya desarrollada técnica litográfica encontró en México hacia 1825 gracias a Claudio Linati y Gaspar Franchini, quienes solicitaron ayuda para el transporte de un taller litográfico. De este modo, Linati llegó con la primera prensa litográfica que serviría para editar el periódico El Iris (1826), primer órgano periodístico en utilizar litografías en combinación con artículos referentes a cuestiones políticas europeas y mexicanas. Esto le valió a Linati la clausura del periódico, el embargo de la prensa litográfica y su expulsión de México.

Para 1840, México, gobernado por el poder centralista al mando de Santa Anna aún se encontraba en busca de estabilidad e identidad. La libertad de imprenta se volvió más radical pues la “ley mordaza” impuesta por el presidente tenía por objeto aprisionar sin motivo aparente a redactores, editores y escritores. En concordancia con estos acontecimientos, después de varias décadas de aislamiento, producto de censura, el resurgimiento de las manifestaciones críticas por medio de la imagen comenzó a darse en El Gallo Pitagórico, editado por Ignacio Cumplido. A partir de este impreso ilustrado la caricatura política se hizo presente para combatir al gobierno de Santa Anna, al igual que lo hicieron otras publicaciones como El Calendario Caricato. La publicación de otros periódicos con caricatura fue escasa, pues las condiciones legislativas no lo permitieron. A pesar de esto, la caricatura política halló una tribuna en las páginas de La Calavera, que comenzaba a circular en 1847.

Con la caída de Santa Anna, la lucha entre partidos se hizo más fuerte. La lucha entre liberales y conservadores ponían en riesgo la estabilidad nacional y la paz. En esta época, la prensa satírica política gozó de gran libertad, otorgada por el grupo liberal en la constitución de 1857, razón por la cual, la caricatura floreció de 1861 a 1877. A partir de este periodo, el objetivo de los periódicos satíricos e ilustrados fue el de criticar los aspectos políticos del gobierno de Juárez, el imperio de Maximiliano y el régimen de Lerdo, periodos en los cuales se mostró una técnica litográfica inspirada en la caricatura francesa. A lo largo de esta etapa, uno de los periódicos más importantes fue La Orquesta de Carlos Casarín, con una duración de trece años de lucha y combate. Este periódico con caricaturas más representativo de la segunda mitad del siglo XIX.

La prensa de entonces gozó de garantías otorgadas por el artículo 7º constitucional en el que las garantías de los periodistas, mientras no atentarán contra la paz pública y firmarán con su nombre las editoriales, serían representadas. De esta forma surgieron muchas publicaciones como El Ahuizote (1873-1876). Este fue uno de los que más destacó por sus ataques al régimen de Lerdo. La sátira, la ironía y el sarcasmo fueron parte de su estilo, destacándose como uno de los semanarios más duros de su tiempo, con diseño novedoso y moderno. Si bien estos semanarios satíricos con caricaturas fueron de gran peso para destronar al régimen de Lerdo, una vez cumplido su objetivo, y ante una nueva etapa que marcaba el comienzo del Porfiriato, su labor y presencia comenzaron a decaer. La libertad de prensa que los vio nacer terminó al iniciar la etapa gubernativa de Porfirio Díaz, el cual trajo consigo violaciones y contradicciones al artículo 7º de la constitución de 1857.



La caricatura del Porfiriato anunció su acercamiento y solidaridad al bloque más desprotegido. También trató de llevarle la noticia y el acontecimiento político y social hasta sus manos, no sólo por el texto, sino por la imagen. Durante el desarrollo de la caricatura en los últimos años del Porfiriato, sus ataques también consistieron en desprestigiar al presidente degradándolo y haciendo que sus acciones causaran risa. La caricatura comenzó a emparentarse con las ideas del partido liberal, teniendo entre sus líneas y trazos defender la Constitución, la no reelección, la libertad de imprenta y al pueblo. Varios periódicos ilustrados de oposición como El Hijo del Ahuizote, siguieron la práctica de dibujar un personaje que se repetía en las caricaturas, el cual, al llevar el nombre de la propia publicación, representaba al pueblo agobiado por la imposición. Los diversos temas de que se ocupaban las caricaturas en el primer decenio del siglo XX se encuentran relacionados entre sí, porque todos tendieron a oponerse s la política de Porfirio Díaz, política que aunque presentó varios aspectos, iba encaminado a un solo fin: la concentración espacial y temporal del mando de la República en manos de un hombre que habiendo iniciado su carrera como demócrata y liberal, llegó a convertirse en dictador.

La libertad de que gozaron los dibujantes se truncó con los asesinatos de Madero y Pino Suárez en 1913. Así el rechazo generalizado a la dictadura de Victoriano Huerta y los levantamiento armados, terminan en 1914 con el gobierno usurpador. Nuevamente, los caudillos revolucionarios se disputan el poder. Así, Venustiano Carranza ocupa la silla presidencial. En 1917, se proclama la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y nació el diario Excélsior, un año antes apareció El Universal. En 1920, con el inicio del ciclo corto de la revolución mexicana se atestiguó el asesinato de Carranza y Álvaro Obregón. Por su parte se fortalecieron los periódicos de gran formato y en sus páginas aparecen historietas como El Chupamirto de Jesús Acosta Cabrera.

El fortalecimiento de las instituciones y de los diarios de circulación nacional influyó en la vida política del país. Periódicos como La Prensa, El Nacional, El Universal y Excélsior, ubicaron a los caricaturistas en las páginas editoriales. De esta forma nace el llamado Cartón Editorial. Desde este momento hasta la actualidad, Los periódicos de corte nacional como local de una u otra forma están construyendo una cultura política, donde se plasma el interés por encontrar la reubicación de los personajes políticos como los principales actores de la esfera política.

La caricatura política es un modelo de síntesis de la realidad política, es la representación de la complejidad de los procesos políticos y sus actores, así como la manifestación de un periodismo de crítica que interpreta las distintas facetas de la realidad. Gracias al sistema político, la caricatura se ha manifestado como un fenómeno de lo social, donde existe una transformación de ver, de aprender y hacer el mundo.




Bibliografía:

González Ramírez, Manuel, La caricatura política, México, FCE, 1974, 143pp.
López Domínguez, Miguel, Crítica en imágenes: la caricatura política en el dictamen de Veracruz 1907-1911, México, Universidad veracruzana, 2008, 245pp.
Pruneda, Salvador, La Caricatura como arma política, México, Instituto de Estudios de la Revolución Mexicana, 2003, 455pp.

jueves, 22 de octubre de 2009

El vínculo entre la historia y el periodismo


La palabra periodismo abarca todas las formas en que las noticias y los comentarios acerca de las noticias llegan hasta el público. Todo lo que ocurre en el mundo es de interés general, es decir la realidad y esta realidad es retratada por el actor principal que es el periodista. Éste juega un papel fundamental en la construcción y reconstrucción de un hecho inmediato, pero ¿de qué forma su trabajo nos aporta fuentes de conocimiento a los historiadores?
Lo primero que debemos dejar en claro es que el periodismo es una práctica comunicativa con función social o institucional. En cualquiera de las dos funciones, el periodismo tiene una función interpretativa de los acontecimientos cotidianos con verosimilitud. El periodismo puede ser entendido como un método de interpretación de la realidad social.
El periodismo es pues una práctica mediada, no tiene un objeto de estudio específico, sino que toda la realidad, entendida como los hechos concretos y observables inmediatos, determinados por actos individuales y colectivos, es su campo de trabajo. No se somete al método científico, sino que sólo se remite a informar. No está en la búsqueda de la verdad absoluta, sino que pretende retratar la realidad social. El periodismo hace una interpretación de la realidad presente que se posterga y sirve para la explicación de los hechos del pasado. La noticia es la base del periodismo, ésta lleva un proceso de elaboración y el resultado es lo que nosotros leemos, escuchamos o vemos.
El conocimiento de la historia es indirecto, porque nosotros como historiadores no observamos los hechos que describimos, sino que recurrimos a los testimonios dejados en documentos y restos materiales para poder hacer una reconstrucción de esos acontecimientos pasados. La prensa escrita es como ya lo había mencionado hace una interpretación de la realidad presente que se posterga y sirve para la explicación de los hechos pasados y este puede ser un primer motivo para tomarla como fuente. En ella están plasmados los acontecimientos más importantes de un momento dado y no sólo los hechos, sino también las ideas que imperaban en el momento en que fueron escritos.
La prensa escrita nos permite entrar en contacto directo con los actores de la historia, mediante el análisis de sus ideas y de sus postulados gracias a lo que se quedó escrito en estos diarios o semanarios. Es importante tomar en cuenta algunas cosas para poder tomar a estos periódicos como fuente de nuestra reconstrucción: primero el tipo de prensa, en este caso es muy clara la división, la prensa oficial y la reaccionaria; en segundo lugar hay que tomar en cuenta a la institución a la que sirve, porque como podemos ver no es lo mismo lo que publica la prensa que está a favor del gobierno que en su contra, en este caso la prensa cumple una función institucional; en tercer lugar es importante valorar la calidad de la información, es decir que tan manipulada se encuentra y en un cuarto lugar hay que caracterizar el medio y la realidad informada, es decir hacer una reconstrucción del contexto en el que se está informando para poder entender lo que dicen y lo que no nos dice.
El periodismo es una herramienta de gran importancia para el historiador, pero debemos tomar en cuenta que es una práctica mediada, es decir, es un hecho observado por el periodista, lo que llega a nuestras manos es una interpretación de ese hecho y se pueden tener muchas interpretaciones, por lo que es necesario hacer comparaciones entre las diferentes publicaciones y no quedarnos con la primera impresión.
El periodista es el escritor de la historia diaria, gracias a él tenemos un registro de todos los acontecimientos importantes que suceden día a día y que se quedan en papel para consultarlo en un futuro. Los historiadores y los periodistas somos los encargados de dar a conocer los hechos más importantes de un cierto periodo de tiempo, no importa si es inmediato o si nos remitimos a un pasado muy lejano. Gracias a nosotros es posible la construcción, la interpretación y la explicación de la realidad y las situaciones que son la base para nuestra identidad como individuos, sociedad y nación.
El trabajo del periodista tiente tanta validez como el del historiador pues si bien no es una ciencia, está basado en los principios epistemológicos de la comunicación y eso le da validez. La publicaciones pretenden ser imparciales, exactas, decentes y lo más importante, pretenden informar con responsabilidad.

Bibliografía
Bond, F. Fraser, Introducción al periodismo: estudio del cuarto poder en todas sus formas, (trad. José Silva), México, Editorial Limusa, 1986, 419 pp.
Borras, Leopoldo, Historia del periodismo mexicano: del ocaso porfirista al derecho a la información, México, UNAM, 1982, 216 pp.
Gomis, Leopoldo, Teoría del periodismo: cómo se forma el presente, México, Editorial Paidos, 1991, 212 pp.
Gregorio, Doménico de, metodología del periodismo, (trad. José María Desantes), Madrid, Rialp, 1966, 128pp.
Reed Torres, Luis, El periodismo en México: 500 años de historia, México, DF, EDAMEX, 1995, 367 pp.

El inicio de algo bueno!!!

Este espacio está destinado a la publicación de trabajos académicos y artículos sobre historia, pero en especial se dirigirá a hablar de los medios masivos de comunicación y las masas que los consumen. El desarrollo histórico de estos medios y su función dentro de una sociedad como la nuestra será uno de los temas centrales de este blog. Con la publicación de estos pequeños ensayos se pretende contribuir a la divulgación del conocimiento histórico.